domingo, 30 de marzo de 2014

Doctor Krupov. El guiño ruso a la sinrazón.


Editorial Ardicia. Portada de Frida Stenmark.

Esta semana, para despedir el mes, nos gustaría salirnos un poco del marco terapéutico en el que los profesionales tendemos a encasillarnos, acomodados en la inagotable teoría, aturdidos por los lances de la consulta diaria. Haremos para ello una pequeña incursión literaria de la mano de varios compañeros de excepción.

 Nunca es mal momento para mirar más allá del propio ombligo, pero es probable que en este marzo del catorce hasta el más desinformado se haya visto más o menos obligado a contemplar el regreso a los escenarios de ese personaje eterno de la Historia que viene siendo Rusia, nuestro nebuloso antihéroe de referencia.

Vía: http://www.mrgrayhistory.com/

Desde luego, algo tiene ese gélido, inmenso, espinazo del planeta que parece obligarnos a la introspección, casi nunca amable. Primero a través de los gigantes de la novela psicológica, más tarde exportando la utopía socialista. Ahora, el viento del norte nos trae los improbables amagos de una regeneración nacional con regustos imperiales. Parece el destino de los rusos señalar las contradicciones más profundas de nuestra condición de ciudadanos pretendidamente libres, supuestamente racionales, autodenominados Occidentales.

Coincidiendo con este despertar invernal, la joven Editorial Ardicia publica una de aquellas afiladas miradas rusas, titulada Doctor Krupov. La breve novela adopta nombre de psiquiatra, pero su contenido ilumina intuiciones perennes, cuyas implicaciones desbordan a la psiquiatría, aunque basen su discurso en ellas.



 Para analizarlas contamos con la colaboración de Alberto Fernández Liria, uno de las mentes más activas y lúcidas a la hora de enmarcar, comprender y practicar la profesión de psiquiatra dentro de su contexto social.
El doctor Fernández Liria, además de ser director del Área de Gestión Clínica de psiquiatría y salud mental del Hospital Universitario Príncipe de Asturias, codirige el máster universitario de Psicoterapia Integradora de la Universidad de Alcalá de Henares. No es exagerado decir que a él debemos la esencia de nuestra formación como psicoterapeutas, y por ello es un doble placer que nos permita compartir sus reflexiones desde este espacio.
Por este motivo, desde aquí le damos la palabra y enviamos un sincero agradecimiento.


Alexandr Herzen. Doctor Krupov. Madrid: Ardicia, 2014.

Retrato de Alexandr Herzen. Nicolai Ge. (Fragmento)
Herzen fue probablemente el mejor representante del exilio romántico ruso. Propugnó una suerte de revolución populista que le pareció que podía ser protagonizada por las masas campesinas. En sus recorridos europeos fue compañero de otros escritores exiliados rusos como Turgeniev u Ogarev y de revolucionarios como Bakunin o Marx con quienes departió, debatió y compartió, y a los que acogió, financió y publicó cuando fue necesario. Con ellos vivió la primavera de las revoluciones que conmovieron Europa en 1848. De su vida, desmesurada, tormentosa y a su modo ejemplar, han dado fe el prolífico Carr y recientemente en nuestro país, en un entretenido volumen con resonancias de Stefan Zweig, Enrique López Viejo, que también prologa la obra que comentamos. La muerte le alcanzó sin darle tiempo, por unos meses a ser testigo del nuevo estallido revolucionario que dio lugar a la Comuna de Paris. Entre sus admiradores declarados figura León Tolstoi.

Doctor Krupov es un escrito de poco más de cuarenta paginas en el que – en una maniobra que siglo y medio después hubiéramos podido tildar de borgiana - Herzen se transmuta en el Doctor Krupov para compartir con los lectores algunas de las ideas contenidas en su supuesta gran obra Psiquiatría comparada.

Ejecución de los Streltsy. Vasily Ivanovich Surikov.
Lo que probablemente pretendía Herzen con este artificio literario era hablar de la sociedad desde la perspectiva que puede dar el contacto con las personas a las que llamamos locas – algo, por cierto, que los psiquiatras parecemos empeñados en dejar de hacer desde que la Década del Cerebro nos envenenó la mente. Quizás sin quererlo hizo algo más. Por lo pronto, nos dejó un especie de retrato robot de la Psiquiatría y de los prejuicios sobre la locura y quienes la encarnan del momento. Pero además, y aquí no cabe imaginar que actuara sin intención, esbozó u especie de programa para una antipsiquiatría o psiquiatría crítica que no vio la luz porque, al fin y al cabo, el Doctor Krupov era un personaje de ficción y el verdadero autor, a los 35 años, estaba preparándose para salir al exilio mientras el texto pasaba de la censura zarista a las galeradas.

El Doctor Krupov nos ofrece su sugerente listado de “indicios principales de la alteración de las facultades mentales” consistentes en:
  1. La conciencia incorrecta e involuntaria de los elementos circundantes
  2. La obstinación patológica, empeñada en conservar esta conciencia incluso con daño evidente para el enfermo; y de aquí
  3. El esfuerzo torpe y constante por conseguir objetivos poco importantes, y el descuido de los verdaderos objetivos”
Vía: http://www.soviethistory.org/index.php
Pero no se resiste a explorar lo que ocurriría si aplicara estos principios al estudio del comportamiento de determinadas figuras sociales. Así, estudia pormenorizadamente las similitudes y diferencias entre dos instituciones como son el manicomio y el tribunal médico municipal (que resultan diferenciarse, sobre todo, por la forma en que se ingresa en una y otra institución porque ambas acaban ejerciendo su efecto sobre sus integrantes de un modo semejante) y se ocupa a continuación de “otros habitantes de la ciudad”. Muchas de las ideas que los críticos de la psiquiatría de los años 60 y 70 del pasado siglo y de los actuales sustentadores de la llamada “Psiquiatría Crítica” están allí esbozadas.

El Doctor Krupov no se priva de utilizar sus observaciones para fundamentar una propuesta terapéutica. Por eso nos recuerda que:

   “Tenemos ya valiosas observaciones a propósito de la posibilidad de mejorar químicamente y modificar la parte espiritual (…). Así por ejemplo, la aplicación conveniente del tratamiento con champán predispone al individuo a la amistad, al valor, al sentimiento de alegría a a los abrazos desbocados.
      El borgoña, aunque actúa exactamente de la misma manera (…) produce un efecto absolutamente distinto: el individuo se vuelve lúgubre, insociable, más dado a los celos que al amor, más al arrepentimiento que al deleite, más al llanto por los pecados de este mundo que a la indulgencia.”

Alberto Fernández Liria
Psiquiatra

2 comentarios:

  1. Hola,
    interesante el post y la narración que propones, que como es cortita colaré en mi cola FIFO de libros pendientes, jeje.
    Muchas gracias por el aporto a todos
    Abrazos
    Jose

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  2. Hola,

    muchas gracias a ti por tu comentarios. Esperamos cumplir las expectativas :)

    ¡Un abrazo!

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